Presentación

CONTACTO:
MARY PAZ
pekerines@hotmail.com
959319812
620725543

martes, 16 de febrero de 2016

LETRAS DE MADERA PARA HABITACIÓN DE NIÑOS

Letras de madera para formar el nombre de Raúl.

Son mayúsculas pintadas en color blanco con topitos en gris. La inicial con una estrella integrada en azul celeste. El tamaño de  25 cm de altas.

Complementadas con nubes y estrellas en blanco, azul celeste y gris.

 Completamos la decoración de la habitación de Raúl con el medidor y percha a juego en color blanco, con las aplicaciones en azul celeste y gris.







Aquí os dejo este hermoso cuento de superación:

El Verdejo Raúl



Era un día muy frío, mis plumitas aún no me abrigaban lo suficiente, cada día era peor y mis padres decidieron viajar a un lugar más cálido.

Después de 21 días, mi madre me dijo antes de partir, que ya era hora de volar y que yo podía volar sin cansarme, y vivir en el aire por mucho tiempo, comería y dormiría en las nubes, que la comida me llegaría del cielo; y lo más importante que me dijo... que algún día tendría mis propios hijos y les ensañaría lo mismo. Y que recordase que la que eligiera sería para siempre...no entendí lo que quería decirme, y así salimos del nido.

Solo recuerdo que subía y subía y mi casita se hacía cada vez más pequeña en el árbol donde vivía, se veía cada vez más pequeña hasta desaparecer y unas tremendas gotas de agua me quitaban la respiración.

" Sube Raúl" me decía mi mamá hasta que llegamos aún lugar con mucha luz y un sol intenso, llenos de cama de algodón y ahí estaban, toda la familia volando de un lugar a otro.

Mi padre fiel compañero,  siempre al lado de mi mamá, se alejaba con ella por el horizonte.

Cuando de pronto tropecé en el aire.

"Ten cuidado, no ves que estoy durmiendo..."Dijo.

No entendía como si estaba volando podía dormir.

"Disculpa no sabía que dormías. Tengo mucha hambre, me llamo Raúl".

" Yo soy Ceda y también tengo hambre, te enseñaré a comer desde el cielo..." me dijo.

Cuando de pronto Ceda voló hacía abajo a mucha velocidad y en poco tiempo subió y me invitó a degustar una sabrosa libélula. Le pregunte donde la consiguió, me dijo que abriera el pico y no lo cerrara hasta que entrara algún insecto, y así lo hice, no fue comida precisamente lo que atrapé, pero así fui aprendiendo poquito a poco.

Volando, volando sin sentir el cansancio, nos alejábamos cada vez más con esa amiga que había encontrado llamada Ceda.

Y había llegado la hora de dormir, a subir y subir y dejar que el aire nos mantuviera a flote me sentía en las nubes y así que empecé a cerrar mis ojitos.

"Hasta mañana Ceda"

"Hasta mañana Raúl"


Pasaron muchos años, al decir verdad pasaron dos años sin pisar tierra comiendo en el aire y durmiendo en el cielo; y lo mejor de todo al lado de mi compañera Ceda. Entendí a mi mamá que me dijo;" y será para siempre..."

Descendimos poco a poco a buscar comida, pero había mucha lluvia y no había nada de comer, nos posamos en un pequeño agujero que había en una casita de campo a esperar que pasara la lluvia.

No había ningún insecto en el aire volando, la luvia seguía y seguía y no podíamos salir, en hambre nos debilitada cada vez más.

"Tengo mucha hambre y frío"; decía Ceda.

Yo no decía nada para no preocuparla,  pero yo también tenía frío y hambre.

Quedándonos dormidos, descendió y descendió la temperatura de nuestros cuerpecitos y así se pudieron mantener días y días hasta pasar el mal tiempo.

Muy temprano me desperté para salir a buscar comida, dejando a mi compañera dormida.

Cuando de repente me topé con un enorme enjambre de abejas, abriendo mi pico volé de derecha a izquierda, de izquierda a derecha en círculos y haciendo unas maravillosas acrobacias. Me dí un manjar hasta quedar completamente lleno y además llevé en mi pico una gran cantidad para mi compañera y amiga Ceda.

Una vez llenos, partimos a un nuevo rumbo, llenando mi pico con una gran cantidad de insectos para este gran viaje. Subimos y subimos hasta llegar hasta la luz intensa que calentaba nuestros pequeños cuerpecillos, que por mucho tiempo sufrimos el frío intenso y la lluvia.

Al bajar para ver por dónde estaban, sólo se podía ver agua por donde quiera, la inmensidad del mar que no dejaba de crecer, mientras más volábamos más crecía, cuando a lo lejos vi unas aves de colo blanco, acercándome poco a poco, les dije:

" Hola, soy Raúl"

"Hola, somos gaviotas"

"¿Donde puedo comer y tomar agua?"

Me respondió "Solo hay agua salada y solo puedes comer peces" se rieron mientras se alejaban .

Mientras subíamos, se nos acercó otra  gaviota y muy amablemente nos dijo: " No se preocupen que muy pronto se podrá ver la tierra"

" Gracias, amiga gaviota"

Y subimos y subimos cada vez más.

Raúl y Ceda volaron a 240 km por hora, 12 días de sol y lluvia, tomando del cielo tomando esas pequeñas gotas que le permiten seguir su vuelo.

A  lo lejos, con la caída del sol, se podía ver un inmenso remolino que mientras más nos acercábamos veíamos que no era un remolino, era mamá, papá, hermanos y nuestros amigos y familias de vencejos, que volaban en círculos.

Cansados de este largo viaje, que sin querer habían dado la vuelta a todo el mundo, llegaron a su hogar de toda la vida.

Raúl y Ceda formaron su hogar, con dos lindos vencejos, Pia y Santiago, pero esa es otra historia...


                           FIN

Autor, Carlos Alberto Navarro

No hay comentarios:

Publicar un comentario